lunes, 12 de enero de 2015

Marugán y Villacastín

Quiero retomar la empresa de escribir una nueva entrada, a modo de diario de vuelos, con la intención de que todas las sensaciones vividas en este último vuelo y los que vengan, queden plasmadas en este blog, de manera que con el paso del tiempo no caigan en el olvido, y pueda volver de cuando en cuando a recordarlo.

Desde mi útlima entrada, allá por el 2012, han habido varios vuelos. Todos únicos, especiales e inolvidables, pero practicamente en su totalidad volados junto a mi gran amigo y piloto Gonzalo Flores. Como él si que tiene arte para esto de las entradas en un blog, la tarea de escribir un relato de cada vuelo yo mismo, se vuelve una redundancia a la vez que idiotez, pues  teniendo la posibilidad de leerle a él, es una pérdida de tiempo que lo hiciera yo también. Para aquellos que aún no sepan a qué blog me refiero os paso el link. Si te apasiona esto de volar y quieres aprender mucho y bien, síguelo:  Diario Piloto Privado

Este vuelo que procedo a relatar tuvo lugar el pasado domingo día 11 de enero, a los mandos del Tecnan P2002 Sierra, y con la grata compañía de mi otro gran amigo, Israel Gándara, gran aviador, piloto y mejor persona.

Como normalmente te cuentan los alumnos pilotos, de cada instructor se aprende algo nuevo. A mi me pasa lo mismo con ellos. Uno tiene especial virtud para los procedimientos. Sabe explicarlos y aplicarlos. El otro tiene los procedimientos tan interiorizados que se los guarda para él y los aplica en silencio, pero desborda experiencia y conocimientos tanto del vuelo como del propio avión. Lo poquito que sé, se lo debo a ambos.

El vuelo del domingo fue maravilloso.

Despegamos del aeródromo de Casarrubios por la pista 08 sin nada que reseñar. Después de abandonar el circuito y a 3000 ft, pusimos rumbo a la sierra. Poco a poco, cuando las limitaciones del CTR nos lo permitieron comenzamos a ascender hasta 5500 ft. La atmósfera estaba muy tranquila y un poco sucia. Las brumas ganaban en la zona de la sierra pero a medida que nos ibamos acercando la cosa mejoraba. Podíamos ver la majestuosa cruz del Valle de los Caidos, el embalse de Valmayor fácilmente reconocible desde arriba y la localidad de Villalba entre otras. Había pocos tráficos por la zona y por la radio no se escuchaba a casi nadie. Atravesamos la sierra por su zona más baja y ya en su cara norte, la visibilidad era aún peor, pero  lo suficiente como para llevar un vuelo tranquilo y seguro. Nada de alarmismos.

Nuestro aleatorio destino era Marugán. Un aeródromo desconocido para mi y que consta de 2 pistas. Una asfaltada 12-30 y otra de tierra que la cruza 17-35. Ambas con una anchura de 18 m. y con 511 m de largo la primera y 657 m. la segunda.

Hacemos 3 tomas y e Israel deja que ponga la mano sobre el mando para que sienta los movimientos.

Lo más dificil es estar alineado con el eje de pista y mantener una velocidad de aproximación constante y óptima en todo el tramo final. En nuestro avión es de 100/110 con 15º de flaps. Esa velocidad la controlamos con el cabeceo del avión. Si te quedas bajo lo rectificas con motor y si te quedas alto realizas un resbale, cosa que no fue necesaria en ninguna de las tomas. Ahora lo divertido es mantener 100/110 km/h y llegar con esos pequeños ajustes de morro y motor alineado a la pista. Si tienes narices, hazlo. 

La última toma antes de abandonar Marugán la hicimos en la pista de tierra. Muy suave. Mi primera vez en tierra.

Después de meter motor, limpiar el avión y ascender, mi generoso compañero quiere brindarme la posibilidad de que conozca otro aeródromo de la zona. Villacastín.

Villacastín también tiene 2 pistas. Ambas de tierra, y con una anchura de 60 m. Viniendo de los 18 m. de Marugán, Villacastín parece Cuatro Vientos. Es una pista curiosa y bonita. Muy mimetizada con el terreno y dificil de ver si no sabes muy bien su localización. Sólo me llama la atención una línea de tensión muy cercana a la cabecera,  que se rebasa con buen margen de altitud. Esta vez, y sometidos a la llegada del ocaso, sólo hacemos una pasada baja, con ascenso pronunciado una vez rebasada la pista y posterior rotura a derechas. Cuando le pregunto a Isra que qué hace, me contesta con cara de estupor: "una pasada baja, ¿no?"

Desde ahí y debido a lo justo que vamos con el ocaso, no tenemos posibilidad ya de volver a cruzar la sierra por el mismo sitio de antes y tenemos que atravesar por "la trocha". Nos ponemos a 6500 ft y superamos incluso una fina capa de nubes que se encuentran coronando la cumbre. La vista es preciosa y la sensación indescriptible.




Parece chungo, pero es buen tio...


Ya en la cara sur, próximos a las antenas de Robledo de Chavela, mi piloto quiere honrarme con más experiencias. Vuelve a instarme a que ponga la mano en el mando y a que sienta. Y es que esto de volar es mucho de sensaciones. Ascendemos de manera pronunciada y próximos a 80 kms/h, en el mando comienza a sentirse cierta debilidad y vibración. Estamos con actitud de morro arriba, descendiendo a 500 ft por minuto y con el avión casi casi en pérdida. Si quieres experimentarlo tu solo, ojo con la bola. Llévala centrada para evitar una caída de ala y meter el avión en barrena.

Como aún teníamos 30 o 40 segundos de margen para llegar a Casarrubios antes del ocaso, Isra decide que es buen momento para que experimiente virajes de 60º. Maravillosamente bien ejecutados, con el giro totalmente coordinado, puedo sentir la fuerza de las 2 Gs aproximadamente que nos imprime el giro. Los brazos pesan una barbaridad y al levantarlos tienes una sensación extraña. Mi primera experiencia con giros de 60º. Maravillosa.

Como ve que aún no he potado, ahora quiere mostrarme las G´s negativas. Toda una experiencia si quieres después subirte a la ISS. Maravillosa instrucción de maniobras inusuales. Me encantó.

Ya tenemos  a la vista los hangares de Casarrubios, casi a 3000 ft entramos en circuito en el tramo de viento en cola izd a la pista 08. 2800 ft, arco blanco. 15º de flaps. Viraje a base y final. Isra es un maestro y le lleva alineado con la pista. 110 de velocidad. Llegamos a pista con altura. Recogida, mantenemos paralelos a la pista y... suavemente otra vez en el suelo. Se acabó lo bueno. 

Casi abandonando la pista por nuestra derecha, la iluminiación del GPS se torna a modo nocturno, lo que nos indica la llegada del ocaso. Hemos aterrizado a tiempo. 

Otra experiencia más. Otro paso mas para alcanzar el sueño de volar. Gracias a Isra por su generosidad.


Felices vuelos a todos.



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